¿Soy como los demás? Se pregunta una prematura Anaïs Nin.
No, no es como los demás.
He de reconocer que nunca había tardado tanto en leer una
obra que me apasionase. Al utilizar dicho verbo ya me estoy equivocando, porque
yo no he leído el Diario I de Anaïs
Nin, lo he vivido. Experiencia de una embriaguez tal que todavía no he podido
terminar. No, no puedo. Necesito saborearlo, un poco más.
Con un testimonio como este, con la maravilla que es la
verdadera sinceridad femenina en las manos, no sólo me he sentido muy
identificada, sino que me he conocido un poco más. Nin se enfrenta a la verdadera
búsqueda del yo –pero un yo en clave femenina- lo cual expone en su diario con
una transparencia propia del agua.
Hay tantos extractos, tantas citas y reflexiones, que me
cuesta elegir una frase para transcribirla en soledad y que represente al conjunto.
Imposible. Sólo puedo decir que yo soy mi
entorno. Todo es yo porque he rechazado todas las convenciones, la opinión del
mundo, sus leyes. No estoy obligada (…) a interpretar un papel social. Pero
dice mucho, mucho más. Testimonio es de una conversación íntima, con
el papel, con una misma.
Volveremos con Anaïs.