Viernes 22 de noviembre. Clase de Procesos y contextos educativos, en una vieja aula de una vieja facultad, hoy infrautilizada por unos cuantos aspirantes a profesor de Educación Secundaria... con la que está cayendo (últimamente tenemos frío y crisis). Nuestro docente dice algo así como que la educación hace a las personas libres, que alguien que ha recibido una buena educación es un individuo mucho menos sujeto que alguien, pongamos, iletrado, o ignorante en general. Seguramente tenga su parte de razón, pero esos malpensados licenciados y graduados en Historia, Geografía e Historia del Arte que le rodean -y siendo los del primer pelaje los más malpensados de todos, me temo- no están dispuestos a reconocérselo tan fácilmente. Una mano se alza, y luego otra y otra, y otra más. El debate, ese genio selecto tan dado a la bebida y que tiende a presentarse sin invitación, es ya inevitable.
"¿Qué es la libertad?" "¿No puede un pastor nómada y analfabeto ser más libre que tú y que yo?" "¿No lo es un tigre?" "El tigre no concibe la libertad, luego no es conscientemente libre". "Eso es mucho suponer; quizá antropocentrismo". "La educación puede ser instrumentalizada, técnicos nazis muy bien formados". "Norbert Elias dijo muchas cosas en su Proceso de Civilización". Etcétera.
"Quizá quien más haya conocido más conciba la libertad, y su imposibilidad". "El saber duele, y quien sabe... ¡se sabe atado por tantas cadenas!". "La educación normativiza, nacionaliza, socializa, busca adaptarnos al sistema, evitando las variantes". Etcétera.
"Norma, programación, aptos y no aptos, todos tendrán su sitio en la gran fábrica". "La educación nos hace conscientes, primer paso de la liberación, pero tan lejano su final". "La educación es arma de emancipación, la más pura seguramente". "La educación podría hacernos libres, acabar con el homo homini lupus, pero a quién le interesa eso". "Solamente al hombre, y éste no vale un dolar".
Nota: lo que acabáis de leer no es más que una de nuestras entradas reflexivas y meditabundas, o histéricas y exaltadas, como gustéis. He aprovechado un debate que, efectivamente, surgió en una de mis clases, pero ni todas las ideas que dejo aquí aparecieron allá, ni son los entrecomillados citas reales. Lo que quiero decir, si me dejáis expresarlo en popular manera, es que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Nota: lo que acabáis de leer no es más que una de nuestras entradas reflexivas y meditabundas, o histéricas y exaltadas, como gustéis. He aprovechado un debate que, efectivamente, surgió en una de mis clases, pero ni todas las ideas que dejo aquí aparecieron allá, ni son los entrecomillados citas reales. Lo que quiero decir, si me dejáis expresarlo en popular manera, es que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Saludos