Tras un ajetreado
agosto que nos ha mantenido alejados tanto del blog como de la red en general,
volvemos con una pequeña reseña, a falta de cosas más grandes, sobre la novela
de Dashiell Hammett El halcón maltés,
llevada al cine por John Huston en 1941.
Debo confesar que
es la primera obra de género negro que leo. La he bebido rápido, casi del tirón
y, en el ínterin, más que lector me he sentido espectador de una de
esas películas en blanco y negro llenas de grandes actores y actrices, con sus efectos
de luz y sombra que sólo la ausencia de color puede transmitir.
Ya en la novela, un
detective privado y tipo duro, para todos Spade, recibe un peculiar encargo por
parte de una belleza de las que combinan inocencia y seducción: seguir a un individuo, por demás peligroso, que ha encandilado a su hermana. A partir de aquí
nada será lo que parece, la trama se irá ensanchando y complicando, y sólo la
inagotable astucia del detective y tipo duro, sus numerosos contactos y la
inestimable labor de su perspicaz secretaria, permitirán al protagonista
desentrañar cuanto ocultan las apariencias.
¿Tópico? Sin
duda. Nuestro héroe es un hombre práctico, soberbio, inteligente, humano tras su
cínica apariencia; las mujeres pueden ser bellas, dependientes, pero también
embaucadoras y llenas de sombras. Los malos tienden a parecerlo, y todo
personaje patético lo es hasta en su atuendo. Las descripciones son abundantes,
algo que en mi opinión no le sobra a la novela negra, pues cada detalle y cada
gesto tiene importancia.
Imagen traída desde https://www.flickr.com/photos/sammedia/6049286968/ |
Dado que es la
clásica obra de detectives –su mismo autor ejerció la profesión–, ¿carece de interés? Pues en
mi opinión, como ya he indicado poco versada en este género, no. El argumento y
sus giros, los diálogos, están muy bien llevados. No he detectado frases fuera
de lugar, de esas que sirven para iluminar a los lectores menos avispados y
restan dinamismo y veracidad a las situaciones. Quizás de ser mi duodécima
incursión en el género, andaría yo menos predispuesto a compartir mi tiempo con
este tipo de personajes pero, si tampoco es su caso, denle una oportunidad, y,
de serlo, a su criterio queda. Mas ya les advierto: si tras la lectura les da
por ponerse a liar cigarrillos, usar sombrero y andar por la calle sospechando
de todo el mundo, sean honrados y no responsabilicen a un servidor.
Saludos