¿Qué hubiese sido de nosotros si todo aquello que verdaderamente nos apasionaba no se hubiese considerado como ‘hobby’ o ‘pérdida de tiempo’? ¿Qué significaría el éxito para nosotros hoy? ¿Y la felicidad?
Me cuesta decir, en
voz alta, todavía, que me siento artista. Me suena ridículo. Ni siquiera he
dedicado todo el tiempo necesario a tal empresa para poder condecorarme con tan
distinguido título. Siempre pienso
que tengo otras cosas que hacer, necesarias para la vida de hoy. Dónde me lleva
escribir, dónde me lleva dibujar, dónde me lleva construir con mis propias
manos. Mi pregunta incesante es ‘¿por qué no se cobra por todo eso que a mí me
apasiona?’ –se acabarían intensos dolores de cabeza–. Porque es un hobby, apto para el tiempo libre, como
complemento a un trabajo de verdad, serio. Al menos, yo me eduqué así. ¿No
somos todos calificados bajo los mismos parámetros? ¿Dónde caben, pues, las
vías personalizadas? ¿Por qué se niega la expresión desde la infancia?
¿Realmente creen que la humanidad puede sobrevivir sin su mayor forma de
expresión, su máxima representación, el arte? ¿Puede verdaderamente ser algo
complementario?
En qué momento
explicas que esto no es un pasatiempo sino una necesidad vital. ¡Incluso un
trabajo! En qué momento cortas con lo esperado y asumido. Hay
quien lo tiene muy claro desde etapas tempranas, incluso hay casos que han
recibido verdadero apoyo desde sus familias… pero eso no resuelve el problema.
Qué hacemos con el sistema educativo.
Hoy he visto una conferencia de Ken Robinson, acerca de cómo la educación anula la creatividad. Así es, es lo que ocurre con los moldes. Se preguntaba por qué se estudia matemáticas y no se estudia danza. Por qué tan sólo se motiva un tipo de inteligencia, ¡por qué no se educa con el arte! Por qué realmente no podemos vivir de las pasiones.
Adjunto la interesante conferencia de Ken Robinson que cito en la entrada.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=AW-bTuBA5rU