Compongamos un cuento de Navidad, tú y yo juntos. Pero qué difícil es
encontrar a otro yo en un tú. ¿Eres el tú que pueda hacer mi yo más grande? ¿De
verdad existes en algún lugar, entre la nieve? ¿Y qué saben en la Luna de la
Navidad? ¿Se siente allí algún cambio en los espíritus por estas fechas? Conocí
una vez a un monje que de allí venía, y me contó que lo importante no es comer
queso, sino el hecho de cortarlo bien. Son expertos en queso, allá en la Luna.
Eso lo sabe todo el mundo. Lo que nadie sabe es que poca gente lo come. Les
sabe mal. Quiero decir que les da lástima. Sólo lo muerden para asegurarse de
que el corte ha sido perfecto, para cerciorarse de que el grosor y la
resistencia al diente es la adecuada. Lo que cuenta no es pues comer queso,
sino saber cortarlo.
Para mí fue toda una enseñanza, la revelación de aquella Navidad en
solitario: lo importante, para los lunáticos, no es ser queridos, sino saber
amar. Amar el concepto mismo del amor, sin tener el afán de consumirlo.
“¡Eso es una tontería!”, dijo el muñeco de nieve. “Ni siquiera sé qué tiene
que ver con la Navidad”.
“A mí me gusta el queso”, se lamentó un reno. “Pero nadie me dejó nunca un
poco en su tejado. Y mira que me crujían las tripas cuando tiraba tantas horas
del Gordo”.
Si os he contado esta historia es porque estoy aburrido y porque a mí me
pareció interesante en su momento. ¿Qué proponéis vosotros que hagamos durante estos
días?
“Yo qué sé, Jesús”, siguió el muñeco de nieve. “Se te nota tristón. ¿Qué te
pasa? Nunca fuiste la alegría de la huerta, pero vaya cara traes últimamente, y
tus historietas son cada vez más grises”.
Demasiado tiempo en el mismo lugar, supongo. I mean no offense, boys, pero necesito salir de este escaparate,
viajar. Ya no me río con la gente que pasa. Todos van a la suya, individuos
pegados a su individual teléfono, subiendo sus sentimientos a las redes sin
mirarse entre ellos a los ojos. ¡Y a menudo los llevan bañados en lágrimas! ¿Y
qué redes son esas? Ni siquiera las manejan pescadores bienintencionados. Están
ahí, sin más. ‘¿Quieres darle un sentido a todo esto? Pues habla de ti mismo a
diario en ese lugar etéreo, intangible’. Buscar la aprobación inmediata e
inmeditada, vana, a través de… Tengo que conmentarlo con buddy Buda, a ver qué opina. Igual él está contento con toda esta
evolución hacia la Nada. Claro que para eso antes tengo que salir de aquí.
¡Reno! ¡Revienta ese puñetero cristal!
“Tío, soy de peluche. Me dices lo mismo todos los años, y me duele”.
Bueno, pues yo soy el de los superpoderes, ¿no? Dejad que me concentre… Un
momento, ¡mirad a esa niñita! ¡Nos está mirando! A la pobre no la dejarán
entrar aquí. Se nota que no tiene ni un duro.
“¡Y ahí!”, exclamó el muñeco de nieve. “Debe de ser su hermana”.
“La está arropando con su propio abrigo. Macho, nos están mirando las dos.
Esto es demasiado”.
Sí, amigo reno. Es lo más bonito que he visto en años. ¡Y mirad qué Luna!
Devolvámosles la sonrisa esta noche.