Poesía de visiones de poca trascendencia
debe ofrecer un enigma a los ojos que oyen,
y si la noche es fría y el futuro angustia,
no puede menos que alegrarse la bestia,
sonriéndose a sí misma frente al espejo.
Los latidos débiles pueden volverse ambiciosos,
ignorando el peligro como caballos que, desbocados,
se lanzan por encima de las quebradas.
El sol y la luna son prontamente percibidos con su velocidad real,
la que provoca una luz que deja ver la piel pudrirse.
Más vale hacer algo entre dos nadas;
más vale ser y más vale pensar;
criaturas complejas en un universo que se enfriará,
como cualquier maravilla del pasado.