Viajad. ¡Viajad, malditos! Este es el mantra en la era de las redes
sociales y el sharing. Como alguien dijo respecto al sexo, uno viaja para
contarlo… y hoy lo cuenta con fotografías. Para que el mensaje sea más claro,
en la instantánea debe aparecer su misma persona. Es difícil resistirse a la
manía, pues se establece una especie de competición, y el impulso del rebaño
apremia. Imagina estar en una hilera, oír un tiro y ver a todos salir corriendo
en una misma dirección. Ya están a diez metros de ti. Luego a veinte… Quedarte
parado te produce una cierta desazón, una sensación de peligro incluso. Lo
mismo sucede con las manías compartidas. Lo mismo sucede con esto del viajar
para contarlo.
Y está muy bien. Me reconozco en el mismo grupo que critico, aunque viaje
poco. En una semana estaré en los bosques de Baden-Baden. ¿Que no sacaré alguna
foto para hacer constar en la red que también
yo disfruto de la vida, que soy un alma libre y con voluntad de conquista?
Cada nuevo like me otorgará un sutilísimo placer en alguno de mis hilajos
neuronales. Ahora saben que estuve allí. Ojalá sientan envidia. Ojalá me
acepten en su comunidad no fundada de gente bien que viaja sonriendo.
Espero algún día viajar mucho más que hoy. Hacerlo no ya por placer o sprint social, sino por trabajo, pero todavía con el gusto de descubrir
lugares y gentes. Espero viajar tanto que pueda recordar y olvidar teterías,
fruterías, camareras y campanas. Llevarme algún susto y que todo salga bien.
Viajar leyendo y viajar escribiendo, y que sólo sean otros quienes se
fotografíen a mi lado, por el fútil deseo de rememorar, compartiendo un río,
una charla y una pésima comida.
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