Existen hechos, relatos históricos controvertidos; verdaderos
hitos de doble lectura, incluso
múltiple. No siempre la cercanía o la abundancia de testigos ayudan a fijar
datos. (Datos, bonita palabra). Podemos asumir un cierto relato sobre un pasaje
del pasado más antiguo o reciente. La Historia, versada en mentiras y verdades
–falacias y verdades absolutas–; no podemos obviar que es un constructo. Puede
llegar a ser, y lo ha sido, el mejor de los instrumentos: legitima naciones,
ideologías, identidades, discursos… la Historia da motivos.
La verdad no está en los libros, en las estadísticas o en los
informes. Aceptar cada información que recibimos como válida supone olvidar que
ese retrato está realizado por una persona –o varias–; es, por tanto, subjetivo. El
esfuerzo por la profesionalidad o la objetividad no anula el corazón que late,
que tiene sus preferencias, sus propias ideas, incluso sus propios deseos. De
ahí la necesidad de crítica, en primer lugar con nosotros mismos. ¿Qué actitud
tomamos? ¿Qué postura? ¿A qué nivel nos implicamos?
La Historia es política. ¿Compartimos una misma visión de la Historia si no compartimos un mismo modelo estatal? ¿Existe la unidad nacional si no compartimos el mismo modelo estatal y, por lo tanto, nuestro código ideológico difiere y así no podemos asumir la Historia de la misma forma? En vísperas del 14 de abril, aniversario de la Segunda República Española, camino por la calle y las banderas republicanas ondean. ¿Viven la Historia estas personas como la viven otras que sí se sienten identificadas con el modelo estatal existente?
No hay comentarios:
Publicar un comentario