La vida nos da vueltas,
ave de vertiginoso vuelo;
intentas ver qué forma tiene
-te cantaron su promesa-
manteniendo tu mirada en ella,
o intentándolo;
girando a la vez que ella,
o intentándolo;
rápido, más rápido,
girando tan deprisa
sobre ti mismo,
sin mover del sitio
-carrusel desquiciado-;
pero sólo consigues marearte
y caer al suelo.
Y al golpear con tus huesos
sobre el duro frío,
es entonces que viene el vómito
y percibes lo real:
que eres carne y que eres hueso,
acervo de mierda y sangre,
que la vida gira y gira
y te da vueltas,
pero tu culo
-tuyo-
puedes sentirlo;
porque, joder,
debe haber algo más
que seguir al pájaro.
En Valencia, diciembre de 2014.
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