El amor, los sueños, los recuerdos, no permanecen en este mundo,
hecho al cálculo, a la cruel política, al escarnio.
Lo eterno se va, mientras lo efímero queda para seguir reinando,
donde un clavo reemplaza a otro en el viejo cementerio del óxido.
No digas que fue un sueño. Claro que lo fue.
Por eso aun vive, por eso perdura;
pero no aquí, sino más allá de la corrupción del tiempo,
a donde miran las pirámides.
Un comentario poético al libro de Terenci Moix.