Discúlpeme, matón,
portando mi bandera,
¿por qué me hiere?
Te hiero porque es mi
oficio,
mi natural
razón de ser.
Disculpe usted, ladrón,
¿por qué me roba?
Te robo porque lo
necesito,
aunque confieso que
Y usted, mi general,
¿por qué me manda a
la muerte?
Te mando a la muerte porque
puedo,
y porque es mi deber
mandar,
como el tuyo lo es
morir.
Escuche, profesor,
¿por qué me enseña
tantas mentiras?
Te enseño tantas
mentiras,
porque mentiras yo
aprendí.
Buen líder religioso,
¿por qué me dice
cómo vivir?
Te digo cómo vivir
porque
los dioses lo disponen;
porque siempre ha sido
así,
y así debes creerlo.
Señores gobernantes,
¿por qué me engañan?
Te engañamos porque es lo
adecuado
para todos;
que pronto aprendas
a matar por nosotros,
a morir por nosotros,
a creer en nosotros,
a trabajar para
nosotros,
y que aún te sientas, en la nada,
recompensado.
Enorme.
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