Porque el saber no muere, sino inspira...
¡Oh, musas, despertad ahora! ¡No nos abandonéis aún!

viernes, 30 de octubre de 2015

La rueda del drama



Ahora fíjate un poco en esos de ahí delante. Están inquietos, van contando los kilómetros que faltan, piensan dónde van a dormir esta noche, cuánto dinero van a gastar en gasolina, el tiempo que hará, cuándo llegarán a su destino... como si en cualquier caso no fueran a llegar. Pero necesitan preocuparse y traicionan el tiempo con falsas urgencias o, también, mostrándose simplemente ansiosos y quejosos; sus almas de hecho no tendrán paz hasta que encuentren una preocupación bien arraigada, y cuando la hayan encontrado pondrán la cara adecuada, es decir, serán desgraciados y todo pasará a su lado y se darán cuenta y eso también les preocupará. ¡Escúchalos! ¡Escúchalos! (Neal Cassady a Jack Kerouac, En el camino, 1957)

El drama supone un motivo para vivir. Otorga a la existencia sentimientos fuertes, incluso extremos; el individuo se siente vivo con este vaivén emocional, se engancha. Adictos al drama. El drama supone un motivo; capaz de estructurar toda una existencia, te pone al límite sin moverte de tu asiento; del vacío total a la aventura de la serpiente. 



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