"Sube a los cerros de las viejas ruinas y paséate a lo largo y a lo ancho; mira las calaveras de los hombres de otros tiempos y del nuestro: ¿cuál de ellos es el malhechor y cuál el amable filántropo?"
Pertenece este extracto a un texto escrito en acadio en torno al año 1000 a.C, el conocido como "Diálogo pesimista entre un amo y su siervo" (visto en la magnífica obra de Mircea Eliade: Historia de las creencias religiosas, vol. 1). El escrito parece advertirnos sobre la futilidad de las acciones humanas en este mundo, pues los malhechores se ven tan recompensados como los bondadosos -cuando no más- y, puesto que la justicia no existe, podemos darnos todos por perdidos.
Pues bien, vengo del cine y mi energía contradice, aunque sea en parte, tan pesimista aviso. La película que he podido ver no es otra que Spotlight (2015), de Thomas McCarthy, una historia basada en hechos reales que retrata la enconada lucha de un grupo de periodistas del Boston Globe para destapar, aun con todo en contra, los soterrados casos de abusos a menores por parte de la Iglesia católica en la capital de Massachusetts.
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Figuras votivas sumerias de Tell-Asmar
(desde https://www.studyblue.com) |
¿Se hizo justicia con las víctimas, marcadas de por vida por dichos abusos? Probablemente no. ¿Pagaron quienes propiciaron con su encubrimiento la extensión en el tiempo y el espacio de estos casos? Tampoco.
¡Está bien! Vayan todos los cráneos para el mismo cementerio ruinoso. Mas, a pesar de todo, uno siente que esos periodistas, haciendo su trabajo, obraron correctamente, aportando algo de justicia al mundo que no la tiene, lanzando su pequeño grito al viento. Se es parte de la solución o del problema. El simple hecho de dar a conocer esos casos fue importante, al margen de que llegasen o no castigos y compensaciones. Las percepciones pueden ser cambiadas, aun gota a gota, y aunque de nada sirva nada mejor será poder decir, hueso entre huesos, aquello de: "al menos lo intenté, sudé y viví por ello; perseguí un propósito, el bueno, el mío".