Y allí nacían las ciudades, que resplandecían para luego desaparecer; y los hombres pasaban, se amaban o se mordían la garganta; luego morían. En aquel desierto, nadie, ni él ni su huésped eran nada. Y sin embargo fuera de ese desierto ni uno ni otro, Daru lo sabía, hubieran podido vivir realmente.
A. Camus, El huésped
La tristeza es una compañía ingrata, tanto casi como la alegría, y al nivel de la vida misma. Trato de entenderla, de hacerme su compañero y fluir con ella; con la mía y con la de todos, pues la gente exuda su sentir interno en cada momento y lugar. Puedes verlo en sus ojos, en la forma con que dejan caer la mano sobre sus rodillas, en todo. No es fácil el mundo, no es fácil la vida. En la carta de dolores puede tocarte cualquiera, y cada ser hará del suyo su querida Némesis. Mis jóvenes alumnos me recuerdan la inocencia de tiempos de ignorancia feliz, de falta de experiencia con la existencia. Desde luego que ésta es muchas cosas, también placer y buenos momentos, también pasión violenta, dolor físico, valor infundado y fuerzas de flaqueza. No es menos real la risa que el llanto, pero, ¿lo es más? La risa es una rebeldía, la rebeldía, el carnaval, el sinsentido inverso. La risa es sorprendente y mágica, pues por un momento arroja luz de cristal sobre las sombras que nos rodean. Trato de fluir con la risa y con el llanto, trato de encontrar el placer de esta vida, verídico como su horror, pues no podría haber tanto de este último sin su antagonista y contrapeso. Equilibrio, busco el equilibrio nadando entre torrentes turbulentos. Ningún remolino te engullirá si estás dispuesto a flotar. Escucha el piano, siente el violín. Ríe y llora para estar más vivo.
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