‘’El que tenga más juguetes al morir gana’’
Eslogan materialista*
Bien pudiera ser la lejanía del estado de naturaleza la que crea nuestros problemas
mentales y nuestras pastillas contra la depresión. Cientos de fosos de cemento
y torreones de hormigón nos permiten preocuparnos más por las segundas y
terceras cosas, entristecernos por ellas, sentir el fracaso. Cuando cada jornada
puedes morir o quedar incapacitado (o sea, morir algo más lento), el mero hecho de
existir un día más es ya un logro que te convierte en una especie de
triunfador. Cada minuto cuenta, cada momento de quietud y placer es una marcha
triunfal.
Cuando nos vemos empero seguros y vivos por largos años tendemos a
inquietarnos por distintos menesteres: alcanzar y mantener un cierto estatus, ser
recordados por generaciones venideras... ; triunfar ya no es sobrevivir, triunfar
es tener (¿ser?) más que quienes nos
rodean, acogiéndonos a unas pautas de evaluación que ya estaban ahí cuando abandonamos
el útero materno sobre una limpia sábana.
El llanto, el estrés y el pensarnos infortunados no vendrá ya de una fiera
que nos acecha o de una caída del árbol, sino de ciertos estigmas y
presupuestos sociales que la comunidad entre el cemento hizo ley y cadena; el
dolor no surgirá ya de nosotros mismos, de nuestra existencia o su fin, sino de
fuera de nosotros, de los condicionantes, los premios y los castigos que otros
desarrollaron.
‘’Los seres humanos no podrían soportar una vida carente de sentido’’
Carl
Jung*
Esfinge. Dibujo del autor |
* Ambas citas recogidas en P. WATSON: La edad de la nada. Crítica.