Sin duda sería maravilloso que existieran más lugares en los que poder beber té con hierbabuena, dulce y cálido. También se sirve frío, pero ardiendo favorece la paciencia: la discusión pausada si estás en compañía; el pensamiento calmo si bebes solo.
Fotografía de Santiago H. Gea |
Ojalá la belleza de otras culturas estuviese más presente en nuestras ciudades, pues el desconocimiento conduce al miedo, y vivimos demasiado ignorantes los unos de los otros en un mundo en el que los cuervos negros vuelan rápidos, de resultas que sólo conocemos del Otro su barbarie, y no su alegría, su infortunio ni su arte.
Les teméis, bien lo sé. ¿Y acaso no nos temen ellos? Nuestra parte más visible son los drones y sus bombas cargadas de legitimidad democrática, de ficticia superioridad moral, que por sorpresa matan al ser amado. Ignorancia y miedo es la mezcla que da en violencia, la violencia de quien se siente impotente para comprender o ser comprendido.
¡Quién viese a más gente sentarse con un té perfumado entre los dedos, sonriendo y bendiciendo la ocasión de poder hollar junto a esos Otros tan corto sendero!
La vida son colores,
no uno sino ciento.
Quien se cansa de la vida
lleva muerte en las entrañas.
* Entrada inspirada por una conversación, mantenida la noche anterior, con Sarah Martínez y John, nuestro amigo escocés.
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