Así es, y nada más que eso. Pero si tener ideas es difícil, seguir en ellas, luchar por ellas, continuar ideando mientras barres o sirves o friegas o aguantas, es tarea de titanes.
Ideas, ¿qué ideas? No esperes que yo te cuente las mías. Este blog nació de una buena idea, y aquí sigue; no es mucho, tampoco es poco. Algo que tienen las ideas es que no son rápidas, y eso les quita todo el brillo multicolor y multipantalla al que la vida nos tiene acostumbrados -dichoso brillo...-; tampoco son oro, ni plata, ni diamante, aunque puedan llegar a convertirse en bienestar material; mas siempre, siempre, nos enriquecerán. Me refiero a que por tener una idea nadie te va a dar nada, y menos por llevarla a cabo con tu sangre y tu sudor; antes al contrario, quizá te pongan zancadillas, que las hay de muchos tipos. Esto es también parte del reto. Contra la idea se mueve todo, por eso vale la pena.
¡Pero está bien así! Tomemos la frase del blog de esta semana, la del indomable Wilde: vivo con el terror de no ser incomprendido. Puedes estar seguro: si tu empeño resulta fácil de entender para todos, plato común y de olor familiar, algo va mal. Las buenas ideas tienen que ser, cuanto menos, pequeñas locuras.
Ideas... esas raras y pillas obsesiones. Es muy bueno, sí, tenerlas como obsesión -en el buen sentido, el de "obsesioncilla"-, para no sucumbir ante las dificultades del camino. Esa locura nuestra nos dará fuerzas, mientras nos cargamos las espaldas con cosas ajenas a ella, pero siempre en pos de ella; ahí reside el quid.
Por último: la libertad. Nadie nos obliga a seguir con nuestro proyecto, nadie nos da nada por él; no es por nadie ni para nadie -quizá para la gente, sí, pero no para entes concretos... no hay contrato ni deuda-; la idea es nuestra magia, nuestro orgullo, nuestra voluntad.
El ser humano está preparado para ello, pero se incapacita a sí mismo a través de sus años de insulso flote por los sistemas que nos vienen dados. Tened ideas, vivid en ellas, haced cosas con ellas, creced a través de ellas. Nadie, nunca, podrá quitaros eso.
Cántame tu idea, niña,
Cántame tu idea, niña,
que cuando cantas vuelas,
vuelas,
que cuando vuelas, ríes,
ríes,
y quien te escucha
siente el frescor
de río blanco
de alta montaña.
Montaña siempre verde,
verde,
porque la miras, niña,
con tus pestañas.
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