Señora. (De clase media) – ¿Se entra por aquí en El Cine de los Sueños?
Encargado. (Galante y servicial) – Por aquí se entra, señora. Todo recto; no tiene pérdida.
Autor. (Al lector) – Las gentes pronto creen que vuelan, al atravesar las puertas afelpadas e introducirse en la oscura y fresca sala. Súbitamente sienten el viento azotando sus rostros, agitando locamente sus vestidos. Llegado el punto se hacen uno y comparten la velocidad y el excitante vértigo hasta que todos lloran de la alegría.
Las gentes sueñan con que vuelan y lo siguen creyendo cuando dan con sus huesos en el fondo del abismo.
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