Para algunos de nosotros la Tierra es como un lugar despoblado, o bien poblado por seres extraños. La música de las tragaperras, la torre de una moderna iglesia iluminada contra la noche, dos chinitas jugando entre las mesas mientras su madre contempla vídeos en su teléfono, interrumpida de tanto en tanto por los clientes.
Ella parece muy fuerte. Seria, pequeña, con el pelo como un chico, sin curvas; sus ojos rasgados se ven capaces de resistir cualquier cosa; de haberlo hecho ya antes, desde hace cientos de años... y, de repente, arranca a cantar en rudimentario castellano mientras le sirve a una desconocida su café.
¿Qué nos lleva a algunos a esperar de la vida aquello que no deberíamos? ¿Por qué esa preocupación por el futuro irreal, por qué esa desesperación con que nos aferramos a las cenizas del pasado? ¿Qué es la felicidad, sino la hermana inseparable de la tristeza? No podrían existir la una sin la otra, como no podría haber cielo sin tierra, ni luz sin sombra. Sólo existe la Corriente, y la posibilidad de bailar con ella.
Envidio la fortaleza de algunos humanos. Son como seres extraños.
Dibujo ciego |
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